10 de julio de 2009

La predicción de Shamsain

 

shamsain

 

-¿Ves el tablero?, –le inquiere el misterioso personaje a Musafir.

 

Y, sin dejarle contestar, prosigue:

 

-Los antiguos persas llamaban a este juego shatranj, “preocupación del Sha” o sea, preocupación del Rey.

Un cuadrado de 8 x 8 casillas, alternadas en blanco y negro. Dos ejércitos enfrentados en imaginaria batalla, pero tan real en su crueldad como la más auténtica de las guerras.

 

La sala era enorme. Las ventanas tamizaban una luz cálida, ya de crepúsculo, velada apenas por el aromático sándalo, que ardía pausadamente en pequeños pebeteros discretamente situados en las esquinas.

Cojines de seda púrpura sobre una alfombra persa adornada de ricos colores y figuras geométricas y, al pie de la mesa del tablero, una bandeja de plata, llena de racimos de uvas, dulces como la miel.

Apenas un hilo de música claramente oriental se podía percibir. Timbales lejanos; un sitar; la ronca melodía de un cuerno que le recordó a Musafir el sonido del alboque; una voz de chica joven, cantando levemente, como para no molestar…

 

Musafir no sabe si esto es otro sueño de los suyos, pero el dulzor de las uvas crujientes en su boca no deja lugar a dudas.

 

-Caminante, ¿aún no reconoces este juego?, –le indica el enigmático personaje, que por fin, se ha sentado con ceremonia junto a Musafir.

-Musafir vacila apenas unos momentos. –Creo que lo que aquí llamas shatranj, es lo que en occidente conocemos como “ajedrez”.

Reconozco el tablero, y la disposición de los ejércitos rivales, uno claro; el otro oscuro. Pero no identifico todas las figuras; me falta la Reina y la Torre… ¿Un elefante? –yo imaginaba un caballero con armadura…

 

-En verdad es el juego del ajedrez, amigo Musafir. –Tiene su origen probable en la India; y sí, donde tú buscarías una Torre, nosotros tenemos un guerrero, y donde tú ves la reina, un general fiel a su rey, el Sha. El elefante tiene su explicación: tú ves en tus tableros a un caballero con armadura, un “alfil”; pues cierto es, que Al-fil, significa “el elefante” en la lengua de los creyentes del Califato de Bagdad. Habéis conservado el nombre, y mutado la figura…

 

Musafir estaba disfrutando de las explicaciones y de la cena en compañía de tan enigmático anfitrión. No sabe quién es; no sabe cómo ha llegado hasta esta especie de palacio, traído más bien a la realidad procedente de la imaginación de cualquier niño que hubiera leído “Las mil y una noches”…

 

-Decidme, oh señor, quién sois. -La ceremoniosidad parecía contagiar el ánimo de Musafir.

La cercanía del personaje al mismo tiempo que la distancia, estaba dejando a Musafir realmente confuso… Contrastes para un acompañante de este viejo caminante que es Musafir… eso, en el fondo, hacía más interesante a aquel hombre.

 

-Observa, amigo que vienes de tierras en verdad lejanas, cómo se va ocultando la luz del sol. Aquí nuestras cenas ocurren antes de que salga la luna. Hoy tienes suerte, pues es casi luna llena. Disfrutarás, así, de una velada más larga de lo habitual…

 

-No entiendo, a pesar de encontrarme verdaderamente sereno, señor. –Respondió el cada vez más desorientado Musafir.

 

-Como dos soles, hoy he gozado de tu visita. Azar, o designios de Alá, (alabado sea)… pero aquí estás, experimentado caminante.

 

Musafir estaba callado, tendido sobre los cojines, saboreando otro racimo de carnosas uvas.

 

El blanco, y el negro… como el juego del shatranj…

La luz cálida y dorada del sol, y los reflejos azulados de plata de la luna…

Tu acento y vestimentas ceñidas occidentales, y muestra lengua pura, junto a nuestras ropas, más holgadas…

 

Dicen que en la dualidad está la verdadera mesura de las cosas. Nada es blanco o negro; sino las dos cosas a la vez; o ninguna al mismo tiempo…

Shamsain me pusieron por nombre. Rey de la luz diurna, por el sol; y amante de los encantos nocturnos de la luna…

 

Pero yo ya te esperaba, Musafir…

Mi astrólogo lo vio escrito durante la luna creciente que precede al solsticio de verano:

“Llegará, a modo de caminante; lo reconocerás por su acento extranjero y sus pies cansados… Le ofrecerás cobijo y alimento… pues así está escrito que ocurrirá”.

 

-Señor, os agradezco la hospitalidad, pero en verdad soy caminante por vocación; mis reales apenas se asientan más de unas pocas jornadas en la misma morada… debo continuar mi camino.

 

-Veo que tu pelo ya empieza a ser canoso, Musafir. Y seguramente tu frente se arrugará aún más. Pero ten la certeza de que no será por los vientos del camino… la sabiduría que adquirirás en mi casa, se encargará de modelar tu rostro, con suavidad, sin asperezas…

Debes permanecer aquí.

 

-Pero, señor…

 

-Calla, ahora, Musafir. Empecemos la partida de ajedrez… Tiempo es lo que no nos falta. Te enseñaré a manejar tanto el ejército claro, como el oscuro…

¿Quieres más racimos de uvas?…

 

Y Musafir, lentamente, como embriagado por las palabras de Shamsain, se deja seducir por el aroma a sándalo; y apenas la luz tenue de la luna llena, que ya se cuela por las ventanas es la que lo ilumina…

-Y dices, Shamsain, que el Rey, o sea, el Sha, se mueve en todas direcciones sobre el tablero…´

 

-En efecto; pero sólo un paso de cada vez… no hay prisa, Musafir; no hay prisa… el Sha mide todos sus pasos, con dulzor, como las uvas que degustas.

 

Y allí, en aquella sala ricamente adornada, tumbado junto a la mesa de ajedrez, alienado ya en su voluntad por efecto del dulzor de las uvas maduras, y la suave voz de Shamsain, quedó plácidamente dormido Musafir. Con una de las piezas del ajedrez en su mano…

 

Shamsain observa en silencio a Musafir.

“Vendrá de occidente, un viajero caminante, a compartir tablero de juego, en la jornada previa a la luna llena, tras el solsticio…” “Está escrito, y así será”…

-Por dios, que los cielos tenían razón, –exclama para sus adentros Shamsain.

 

 

 

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1 comentario:

zel dijo...

Crec que em convé d'urgència viatjar amb Musafir...el seu món m'agrada més que el meu...

Possible?
En tot cas, desig...
Petons, molts!