SE EQUIVOCÓ LA PALOMA
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
Rafael Alberti
***
Musafir aún recuerda con claridad aquel encuentro fortuito con ese caminante, también casual.
Llevaba una camisa clara; los pies descalzos. Poca ropa para un invierno tan crudo.
El rostro, apenas iluminado por la tenue luz de una hoguera nocturna, no le dejó a Musafir hacerse con sus facciones.
¿Por qué tanto equipaje?, se preguntaba en silencio Musafir.
Pero ni los pensamientos ni las palabras afloraron en voz alta entre ambos.
Apenas conversación medió aquella noche. El humo del fuego hablaba en solitario. Y el brillo de las llamas se reflejaba en los ojos callados. Las entumecidas manos se acariciaban la piel, frotándose enérgicamente, intentando transmitir el poco calor que recogían de la fogata. Un poco de queso y algo de vino, para acompañar el estómago. Que la bocas no quieren que se les escapen los deseos de preguntar que tienen los labios...
Al final, el sueño vence. Acurrucados los dos, casi abrazados para apurar el calor. Dos extraños unidos por el frío. La manta no llega para cubrirlos por completo. Y los brazos se entrecruzan.
Mañana húmeda, densa. Musafir tapado hasta los ojos con su manta. Está solo frente a los restos del fuego. Su enigmático compañero de noche ha desaparecido. No hay huellas; no se oye nada. Sólo el rocío mañanero se cae de las ramas de los árboles, golpeando levemente el suelo.
De tanto mirar a lo alto, casi tropieza Musafir con algo bajo sus pies. Se agacha y recoge lo que parece un trozo de papel, como si hubiera encontrado un mapa del tesoro. Escrito en él, unas palabras que Musafir es incapaz de descifrar: "Urzo txuria naiz"
Levantó nuevamente la mirada; nada. Ni un alma en este bosque. Se guardó cuidadosamente el papel dentro de la mochila y desmontó el campamento.
Si Musafir le hubiera visto entonces las alas blancas a aquel extraño personaje... quizás todo habría sido más sencillo... Pero en ese momento, nunca podría imaginar Musafir lo que darían de sí aquellas tres palabras escritas en un idioma para él incomprensible. Eran su único recuerdo de aquella función de teatro un tanto irreal. Y el final, aun no estaba realmente escrito...
Preguntó, ya mucho tiempo después, cuando por fin llegó a una aldea habitada.
Tierra extranjera para Musafir. Nadie parecía entenderle;
Pensó que a lo mejor, esta gente podría desentrañar aquellas oscuras palabras que llevaba.
Se acercó a la taberna. Y desenrolló cuidadosamente el papel manuscrito sobre la barra, con la esperanza de que alguno de los paisanos le sacara de dudas...
Las miradas se congelaron. El aire cargado del bar se volvió casi marrón. Solo la respiración se oía. Musafir no acierta a comprender la situación...
-"Urzo txuria ikusi ba al duzu?" . (¿Acaso has visto a Urzo txuria?), -le preguntaron en esa rara lengua...
-No entiendo nada... respondió el pobre Musafir, un poco aturdido y confuso.
Del fondo de la taberna, la voz suave y dulce de una chica rubia de no más de dieciocho años, empezó a cantar melancólicamente en esa lengua:
<<Urzo txuria errazu
Nora joaten zera zu
Ezpainiako mendi guziak
Elurrez beteak dituzu
Gaur arratzean ostatu
Gure etxean badezu.>>
Todos asintieron con gesto duro y serio. Pero nadie se movía. Extraña la lengua; extraña la gente; y extraña su reacción. Parecía que hubieran visto un fantasma.
Musafir se acercó a la joven, y le mostró la hoja de papel.
Esta, lo tomó en sus manos, temblorosas, mientras todos observaban en silencio. Aquello parecía casi un ritual mágico. Una especie de "Santo Grial" que estaba dejando el ánimo de estos aldeanos realmente trastocado, y la cara de Musafir a cuadros.
-"Bai, bai!! Urzo txuria da! Eztago hilda! Bizirik dago, aita! bizirik dago eta!"
-("¡¡Sí, sí!! Es Urzo txuria! ¡No está muerto! ¡Está vivo, padre! ¡Que está vivo!")
El bar se sumió en un silencio negro. El tabernero, apretaba los nudillos contra la barra, y empezaba a sudar ostensiblemente.
Musafir no sabía qué hacer. Quizás habría pensado en salir huyendo, pero.. ¿por qué razón?
Tras unos momentos que parecieron años, finalmente, la muchacha se echó a los brazos de Musafir; y empezó a llorar desconsoladamente.
-Zergaitik?, esan ezazu!! ("¿Por qué? ¡¡Dímelo!!")
Pero Musafir no entendía...
Era demasiado pronto entonces para entender...
***
Años más tarde, Musafir regresó a aquel pueblo extraño. Ya entendía aquella enigmática lengua que tanto lo confundió en su primera visita.
Aquella menuda chica rubita y pecosa, era ya una mujer casada con dos hijos.
Su padre, el tabernero, había fallecido hacía algún tiempo. Ahora eran su marido y ella los que llevaban el negocio. Y sus dos hijos varones ayudaban con la faena.
-Dime Musafir, ¿no llegaste nunca a saber nada más de Urzo txuria? -le preguntó la mujer.
Pequeña... -le dijo- ¿Recuerdas la cancioncilla que me cantaste cuando llegué a este bar por primera vez?
-Cómo no me voy a acordar; tu cara de confusión era un poema... y nuestra sorpresa, mayúscula. Imagínate: un papel manuscrito de Urzo. No nos lo podíamos creer.
-Por qué no me la cantas de nuevo? -dijo Musafir.
Y la mujer rubia, aunque algo canosa ya, y con algunos años más encima, pero la misma dulce voz que de joven, volvió a entonar aquellos versos que por fin Musafir sí entendía:
<< Paloma Blanca, dime
¿A dónde vas?
Todos los montes de España
Están llenos de nieve
Si quieres albergue para esta noche
Lo tienes en mi casa.>>
¿Lo ves ahora?, le dijo.
-Eztut ulertzen...; "No entiendo...", -le respondió ella.
-Urzo txuria, tu misteriosa "Paloma blanca", estaba confundida, como dice la letra de esta preciosa canción. Se equivocó de dirección.
-¿Acaso es eso cierto, Musafir? ¿Qué sabes tú de Urzo?
-Sigues siendo aquella chiquilla dulce que vi, a pesar del tiempo que ha pasado ya. Aun puedo ver en tus ojos ese brillo que me fascinó cuando te conocí. Pero debes comprender...
-Musafir, ¿sabes cuántos años esperé? ¿Sabes cuántas noches en vela me pasé. Mi padre no me decía nada. Y un día llegaste tú, un viajero extraño; que no entendía nuestra lengua, y que misteriosamente tenía noticias de Urzo... ¿Por qué nos abandonó, Musafir; acaso tú puedes contestarme?
-¡Ay, mujer! Muchas cosas no podrán ser reveladas nunca, estimada amiga. Pero te diré lo que la vida me mostró de Urzo y su errático caminar.
Es imposible detener el ánimo de una persona como él. Aunque tuviera ese par de alas blancas que me dijiste, y fueran tan reales que le permitieran ver el mundo desde lo alto de una montaña; Simplemente, se equivocó. Se extravió. Como una paloma blanca que no encuentra su casa. Urzo se fue para no volver. Fue mejor así; créeme.
-Pero, no entiendo la razón. Aquí lo tenía todo. Me tenía a mí. Nos tenía a todos. Nos falló. Me decepciona esto que me cuentas... pensé que... había muerto.
Lo sé. -Yo también lo perdí. Dos veces; pero ya te lo explicaré con calma.
Sólo te puedo decir que es por todo esto por lo que he vuelto a verte. Para que no sufrieras más. Para que enterraras aquellos recuerdos amargos.
Te diré que busqué a Urzo por medio mundo. Allí donde me detenía, iba mostrando el papel con aquellas palabras que seguían siendo misteriosas para mí. Así durante años años. Hasta que me encontré con un viajero de tu país. Él me contó; él me enseño tu lengua; conocía a Urzo...
Estuvimos varios años caminando juntos. Me contó muchas cosas de tu tierra. Y llegamos a ser buenos compañeros de viaje. Luego, sin apenas una despedida, nos separamos.
Pasó el tiempo. Yo ya me había olvidado de esta historia. No volví a encontrar a más viajeros de tu país. Pero conservaba el papel. Hasta hace unos meses todo transcurrió con normalidad. Pero de nuevo, el camino hizo que me tropezara por casualidad con unos comerciantes de tu tierra. Los oí hablar y me dirigí a ellos en tu lengua. Y les pregunté por Urzo. Me dijeron que habían tratado con él por las tierras del norte. Que allí nadie entendía su lengua; y que él no aprendió la del lugar. Que por eso tuvo que deambular de una aldea a otra, mendigando para poder comer.
Me contaron que la gente ya no lo reconocía. Y que al final, se olvidó él mismo de quién era; de dónde venía. Me dijeron que después de una pelea y una borrachera, le arrancaron las alas, en mitad de una noche de juerga general. Todo el mundo lo vio. En aquella ciudad del norte, junto al río. Me dieron su descripción física, y fue entonces cuando lo comprendí todo.
-¿Cómo?, le cortó la mujer. ¿Es que ya sabías de él? ¿Cuándo?
Musafir se lleva la mano a la barbilla, y le dice:
-Aquel hombre que me encontré años antes... aquel paisano tuyo que me enseñó tu lengua; que me dijo que conocía a Urzo...
Qué tonto fui de no darme cuenta...
Incluso le enseñé el papel, con la frase, cuyo significado él mismo me desveló: "Urzo txuria naiz"- me dijo; "soy Urzo txuria". Lo tenía allí delante, ¿entiendes? Me tradujo la frase, ¡y resulta que lo tenía delante de mis narices! Pero no lo reconocí. Y eso que estuve caminando junto a él casi un año y medio... Era él; me habló de tu pueblo, de vuestra comunidad... y no supe reconocerlo.
Por eso he vuelto...
La mujer apenas resiste las lágrimas, y vuelve a abrazarse a Musafir, como cuando era una chiquilla.
-"Baina nik Urzo txuria maite dut, Musafir". ("Pero yo quiero a Urzo txuria, Musafir" ...)
Entre dientes, apenas se le escapa a Musafir otra expresión en esta lengua: "nik ere bai", tan bajito que no lo oyó la mujer. Y acto seguido, le contestó ya con voz en alto:
-Ez al dun ulertzen?, eziñezkoa da... Urzo txuria joan zen...
(-¿No lo entiendes?, es imposible... La paloma blanca se fue...)
6 comentarios:
Vamos conociendo algo de Musafir, aquí emisario a la vez de esperanza y de duelo, que triste, que lamentable la falta de entendimiento... Musafir sigue su camino, Musafir proporciona encuentros, Musafir sabe...
Zel, és un poc trist aquest relat d'en Musafir i va carregat de melancolia certament... ell només va intentar donar un poquet de tranquilitat i algunes respostes; però de vegades, hi ha més separació entre dues persones que es coneixen de tota la vida, que entre d'altres als qui no els uneix ni fins i tot una llengua extranya...
Musafir va fent camí...
De vegades la separació o el contacte no entén de distàncies...
YouTube - Se equivocó la Paloma Com m'encanta aquesta cançó per Joan Manuel Serrat! Feliç per la seva visita! Escric la meva llengua catalana amb ajuda d'un traductor:-))) Consideracions des d'Hèlsinki!
He estat d'Alicante. Boniques sabates comprades... I tu, a vegades estat a Hèlsinki ?:-)
Grcias por su post que gran lastima que Musafir no viera esas alas ya que todo seria diferente y mucho mejor pero lastimosamente no fue asi
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