En este fin de mayo, (que más parece febrero, por el frío repentino y la lluvia pertinaz), me acuerdo de aquellos días de invierno que se fueron. Frente al mar, en la noche cristalina de enero, vi el resplandor de Orión, el Cazador mitológico de los antiguos griegos, sobre mi cabeza.
Y lo más curioso es que no sentí en aquel momento temor alguno; vaya, "un arquero con un perro detrás de un toro" no es una visión muy tranquilizadora, la verdad...
El caso es que aquella noche de fin de un año y empiece de otro, eran otras las estrellas y las constelaciones las que me llamaban la atención.
Musafir, el viajero (más por deseo que por efecto) había estado absorto mirando al sur durante días y noches de verano e invierno. Y fue entonces cuando se dio cuenta así, de repente, que sus pasos se encaminarían hacia el norte. ¿El norte? Sí; Musafir navegaba algo desconcertado en su pequeño barco, buscando la brisa favorable que lo acariciase suavemente, y lo meciese empujado hacia latitudes meridionales. Pero fue la brillante luz de Shamal, (la estrella del norte) la que le marcó de nuevo el rumbo a seguir.
Y no era precisamente hacia el sur. No; en el horizonte despejado del sur, un nuevo astro, Yanub, se había aliado con su parejo Shamal del norte. Y ambos estaban susurrando a las velas del barco de Musafir. Suaves melodías de vientos nunca antes escuchadas... y un marinero, arrastrado por la corriente hacia el norte.
Luz azulada de Yanub, que vino a mezclarse con el blanco resplandor de Shamal.
Ambos, nacidos del sueño de una noche invernal, mitad un año, mitad otro.
Que se tocaron apenas con los dedos sobre la cabeza sorprendida de Musafir,
Y lloraron todo lo que nunca antes nadie les había consolado.
Suave sonrisa azul que brotó de aquel encuentro,
Y recorrió montañas y valles de hombres, y cielos y nubes de hadas.
En el calor de la primavera que a veces nos engaña con sus fríos repentinos,
Ya se palpa el dulzor de los frutos en la rama.
Musafir observa su rostro reflejado sobre el mar quieto,
Y sonríe de satisfacción; felicidad azul, de nuevo, la que llena su alma.
Como el azul de la mar, hoy sin olas,
Como el azul del cielo, hoy sin nubes.
Navega, pues Musafir; Yanub y Shamal ya se hablan.
Y de su diálogo pausado, está tomando tu barco la ruta.
El norte te espera impaciente.
Ya vendrá de nuevo la mar dorada.
Ahora te corresponde abrigarte,
La Aurora boreal te aguarda.
2 comentarios:
que bonic! saps que et comprenc molt bé, veritat? jo continue dividida entre el sud i el nord i potser sempre ho estaré. Els que som com nosaltres podem repartir el cor i continuar sencers.
Una abraçada ben forta.
Gràcies!
Clar que si, Nimue estimada. Encara que sigues Peixos i jo Taure, som capaços de "navegar", ja siga només virtualment i no morir en l'intent.Som tendres d'anima, però forts de cor.
Fins prompte, preciosa!!
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