27 de enero de 2006

Sinestesia

Hace apenas un año, navegando yo por este ciberespacio que es en definitiva internet, me topé casi por casualidad con una página brasileña que decía algo así como: "sinestesia, o cuando 4+3=amarillo!!
Apenas un título tan simple, provocó en mí una reacción de sorpresa: ¡¡Uau!! -recuerdo que exclamé. ¡¡Si es verdad!! EUREKA, que diría aquel sabio antiguo.
Aquella palabra de resonancias griegas, apenas rastreada por mí anteriormente, estaba dando sentido a una percepción mía que yo experimentaba desde que tengo uso de razón. Así que no todo el mundo ve los números y las letras de colores, pensé. Vaya, yo creía, (inocentemente tal vez), que todos teníamos esa capacidad... Quizás por esa razón nunca le pregunté a otra persona eso de : "oye, ¿de que color es tu número cinco?... que el mío es azul" (sic)
Alguna vez, de pequeño, se me ocurrió decírselo a un profesor del colegio: "profe, profe, veo las letras y los números de colores, ¿y usted?"... Aquel pobre hombre me miró con cara de incrédulo, y esbozó una sonrisa. Supongo que por dentro pensaría: "este pobre niño flipa en colores"
Así me quedé yo... sin respuesta. Pero mientras, dentro de mi cabeza, cada número cinco siempre me espera en cada letrero, número de teléfono o nota de clase, vestido con ese precioso azul añil brillante.
Más tarde, y después de indagar algo más en la cuestión, resultó que la sinestesia es caprichosa y múltiple, y que no sólo va por ahí pintando de colores letras y números de la gente para regocijo del que así lo percibe y desconcierto de quien no. Ahora me entero que también une música con colores, sonidos con imágenes, o tacto con gusto. ¿Pero qué ocurre aquí: acaso los sinestetas están bajo los efectos de algún psicotrópico constantemente?
Si yo voy por ahí diciendo que cuando voy conduciendo, me parece que los semáforos "emiten sonidos" cuando parpadean en ámbar, o cuando cambian del rojo al verde, la DGT puede muy bien quitarme el permiso de conducir, alegando que no estoy en condiciones de discernir sobre la realidad o la ficción.
El caso es, que a pesar de todo, es cierto. Y que realmente, yo "oigo" a ese semáforo en ámbar, como una campanilla que hace "tin-tin" alternativamente. Y si veo la señal de límite de velocidad a 90 km/h, no puedo evitar pensar en que es una velocidad que me pone al rojo vivo y negro al mismo tiempo (90)
Así es que, pese a lo que digan los psicólogos, y los neuropsiquiatras, aquí estamos nosotros: en nuestro mundo de colores, sonidos, sabores y tacto... todo mezclado, para fastidiar a los estudiosos.
Yo no sé si será algo aprendido desde la infancia; si será que todos los humanos nacemos con sinestesia, o esa mezcla de los sentidos, y que cuando el cerebro del bebé madura, las conexiones entre las diferentes áreas de percepción se separan. No lo sé. Lo cierto es que es real. Que no nos lo inventamos. Que para mí, mis domingos siempre han sido azules, como que enero es un mes rojo, a pesar del frío. Qué haría yo si las notas del piano no fueran moradas y pardas como la tierra mojada... Por favor, que nadie haga que enmudezca la luz del faro que hay junto a mi casa, que lleva señalando a los barcos el buen rumbo con su chorro de luz blanca y su lamento agudo, casi un silbido lejano...
Todo eso y mucho más aún es para mí la sinestesia